Ese día me veía
Sentada al otro extremo
de mi cuerpo
Borrando la cara de circunstancia
de mañana
lavando las heridas pasadas
con telarañas perfumadas
Mirando como voy cerrando los ojos abiertos
cerrando la mano sin dueño
entregando de lleno las armas
a cambio de relojes de arena y sol
Suspirando por la porcelana fragmentada
entremezclada con el agua
¿Y las agujas escondidas?
-No te escucho-
los dientes afilados
la soledad
no aparecían al llamarlos
pero existen
están
Mañana quizá
más tarde
no tengo más que lana
más que nubes
más que brazos que cubren
lechos apaciguados
-no será, no es suficiente
quién sabe
no siento el vació
solo blancura
mi piel se lava
se cura
con dormir
en los pastos del ayer
donde todo lo veo
sentada al otro extremo de mi cuerpo
y prefiero no mirar
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